jueves, 6 de octubre de 2011

"Martirio que dure más..."

Cada historia tiene su propia historia y no es que las mías sean la excepción. Lo cierto es que siempre he necesitado de alguien que me inspire a escribir para comprender en lo simbólico y en lo cognitivo las faltas que me hacen y las ausencias que me sobran. Necesito de mis historias para entender también las pausas y medir las distancias, calcular los tiempos y balancear los equilibrios.

Y la historia de esta historia no es más que mi simple y vana historia. Se trata de un chico que conoce a otro chico, quienes sienten que el mundo en el que viven, por supuesto, les queda chico. Sobra la zozobra, abunda la incertidumbre que les redunda. Habitan los silencios y se atascan cada viernes a besos.

Se trata de un chico que conoce a otro chico cuando sabían que ya se conocían de hacía tiempo en clase. Se trata de las veces que miras sin mirar y oyes sin oír, de las veces que ríes sin reír y pasas desapercibido porque ni siquiera interesa pasar.

Se trata de lo que abarca la casualidad que no alcanza y de cómo brinda con el tequila, del momento en que se abraza de los baratos alcoholes y se emociona porque el clic que ocurrió entre ambos es tan fuerte que el récord Guiness tuvo que pasar dos veces. Sí, dos veces, una por el clic de tremenda atracción y la otra por la velocidad de un tercero que en parpadeos se lo llevó al baño a hacer cosas que hacen los adultos en fiesta, dejando al autor boquiabierto, estupefacto.

Bueno, en realidad también hubo un tercer récord, fue del premio ganador que se llevó la exacerbada intensidad del brote psicótico de quien humildemente escribe, ese que cuando notó por la ventanita del baño, como las dos cabezas se juntaban intercambiando salivas y como una bajaba mientras la otra lo miraba hacia abajo.

A ese tercero, narciso de su propio cuerpo, parece que le gustaba mirar al otro descender. En este párrafo se trata mi historia de la experiencia de saber de sobra, con absoluto cinismo, que no toda la oralidad es necesariamente de boca en boca, se trata mi historia de saber que cuando una boca se abre y se ocupa, a la vez que la otra se abre y jadea, es porque lo que ocurre, es justo que “algo ocurre”. Ocurren las prácticas que evitan decir su nombre, ocurren las prácticas de las que emanan la vida y… de las que emanaron mi muerte de infarto esa noche. Muerte de la expectativa del “esta noche no dormiré solo”, muerte del “verbo mata carita”.

Ocurre que las emociones ocurren así como así, abalanzadas todas por vez en mis brotes, que se abalanzan sin balanza y sin conciencia de sus daños. Gritan, emocionan, ríen, lloran y callan para que no golpee, para que no arañe, para que no me mate, para que no me maten las ilusiones. Para que se lleven todo, todo menos mis ilusiones. Ocurrencias que me ponen malito de mi ausencia de realidad.

Pero vamos que nos perdemos en vanidades, en las vanidades del tercero de la fiesta de metálica sonrisa y rizados cabellos y que de esa noche no pasó. Enfoquémonos que nuestra historia trata del “tratarnos”, es la historia del conocernos, del trabajarnos, del tocarnos, del platicarnos, del acompañarnos y escondernos, trata del aparearnos sin aparecernos.

Trata de como contribuyó a mi búsqueda, de esa mi conclusión a la decisión de por fin tener unión. Trata sobre mi interés y emoción, de mi espera y ambición. Trata siempre del “tratar”, del eterno “querer” y lograr sin conseguir. Habla sobre las medias tintas y las tintas que se quitan las medias. De las llamas que encienden y calientan que se rehúsan a quemar y cocer. De las dichas no dichas. De las tareas que en mi casa íbamos a hacer y que por placer no hicimos.

Habla de los extremos en los que nos movimos, de las profundidades que atravesamos, de las risas que nos sacamos y las preguntas que nos hicimos. Habla sobre nuestro viaje de feromonas, sobre mis fallidas conexiones de neuronas, sobre mis ideas sobre tus hormonas y mis hipótesis de cómo te enamoras. Habla de los mundos que se crean y de cómo mi pupila al verte se recrea. Habla del viaje todo incluido, ese que es emitido por la agencia de viajes del sistema de transporte colectivo Metro, de observatorio a pantitilán y de pantitlán a observatorio. Observatorio de lo que observo sin ver, del observo obseso, del obseso observarte.

Habla sobre eso fortuito que sí hicimos cuanto quisimos y mi falta de certeza para saber cuánto fue de cierto si es que nos quisimos. Una exageración nomás por no dejar, que es mi historia y me permite soñar.

Se ocupa del goce y el retoce. Es la historia del “hazme piojito” y la terrible fijación del bichito de caminar por tu espalda. Es la historia del sueño cuando “tenías sueño”, es la historia de lo que no soñamos y que solos alguna vez imaginamos.

Detalla lo que te incomoda y lo que te acomoda, detalla que contigo no pensé en la talla.

Es relato de la nueva y especial graduación de mis lentes al verte, de las ansias, de las ganas, de mis nuevas pláticas, de mis renovadas ganas, de mis por fin olvidadas comparaciones pasadas, de mis planes y añoranzas, de mis mensajes y tus respuestas, de mi espera y mi esperanza.

Es crónica dedicada, es historia no culminada, es canción anhelada, tu canción bailada, es tu canción cantada, es mi razón decantada.

Es narrativa de cómo empecé a hablar de ti y hablarme de mí en ti. Es batalla de sonrojos, de despojos y arrojos. De cuentos que no son cuento, de los cuentos que contaste en tu casa para después contarme que juntos nos contamos y medimos los placeres contables.

Es escala de tus infra ronquidos, de tus infra palabras, es escala de mi insomnio de saber que escalabas entre sueño REM y NREM. Son las siglas de tus obviedades, las cortesías y tus variedades.

Nos platica sobre tu música, sobre tu idioma y mi idioma, sobre tu inglés y mi español, sobre los compases y los contrastes. Descansa sobre el “bailes y no bailes”. Nos recuerda la música, nos cuela la postura, nos pone la atadura. Relata sobre mis caras duras y tus partes duras.

Se enfoca en la locura de las aguas, de la acuarela del polvo sobre el agua y el mezcal. Se enfoca en los pixeles entre cordura y sabrosura, entre la espera del mensaje que perdura.

Obedece al regreso a clases, a la repetición de las mismas frases. Obedece a las amistades que me compartes, al “amor, frente a ellos no te disfraces”. Se rige por el viernes, por el “tal vez vienes” y entre vas y vienes la institución nos retiene.

Instituciones del ver y saber, del conocer para llegar ser. Instituciones del profundo ser y parecer, del desgraciado desconocer para poder ser. Nada más que rimas que subliman.

Mi historia informa sobre el desconocimiento y mi descontento de lo que no consiento. Se calla lo que siento y por todo lo que reviento. Jaulas invisibles, tus límites invencibles.

Es la historia de lo que producen nuestros muros, de la veneración externa de lo puro… dogma del que huyo. Es sobre la puerta y la cerradura que no abre, sobre la madera y los muebles. Es el closet donde te escondes y me escondes… y luego será el desván, o quizás el ático, o al final, triste, viejo y polvoroso, tan sólo nos iremos al sótano. De cualquier forma parece que siempre quedarás encerrado. Crónica de un joto anunciado.

La historia aborda sobre la noche y el roce, sobre el efímero “entonces” y los amaneceres con resaca. Aborda sobre la cronología de mi cuenta, y que tú… ni en cuenta. Es la historia que se mezcla con un tercero tuyo que viene de vuelta y un cuarto mío que hace que todo se revuelva.

Son los hombres anexos que metimos para justificar la falta de nexos. Tu historial y mi historial. Tus relaciones pasadas y mis relaciones sexuales que se dan “de pasada”.

Un tercero y cuarto personajes para nuestra historia. Puntos divergentes y a la vez convergentes para sernos infieles. Es la parte de la historia de lo que no queremos saber y “vaya usté a saber”.

Es la historia alterna, la que se vive con comparación eterna, con eterno sinsabor y que se derrite por su calor. Es estadística de los besos que al otro nos damos. Es la confusión, es esa nuestra maldición.

Son los mensajes que me viste enviar el enojo que no pudiste evitar. Fueron mi error y son mi culpa. Primer acto, sale la acción; segundo acto, sale la reacción; tercer acto sale la ecuación ¿Cómo se llamó la obra? “Tú y yo no somos nada”.

Es historia sobre la barrera que nuestro histrionismo como trampa puso. Es sobre lo que la escuela no te enseñó sobre el reciclaje, de cómo es eso de tirar y después reutilizar. Es sobre lo que la iglesia no me enseñó sobre el infierno, de cómo evitar que el objeto sexual se torne objeto interno.

Así fue como probamos sus besos. Inseguros de qué hacer, sin saber si aún hay algo en el otro que valga la pena conocer. Pero así es esto de hacer amarres con Resistol.

Es historia de cómo olvidamos nuestros mensajes y los cambiamos por sus masajes. Risibles mis intentos de envío para ti, el otro destinatario. A ti, propietario de la dirección escrita en "Con Copia Oculta". Mensaje de amor no enviado y que nos son tan necesarios. Bandeja de salida que no encuentra ruta y se la pasa revolviendo culpas.

Cerradas las salidas, atrincheradas sin medida, lo cierto es que no hay salida.

No hay rutas de emergencia, tan sólo los elevadores, me llevas de arriba a abajo y a veces olvido que se siente tener los pies en la tierra. La realidad no me ancla, sólo me corta con sierra.

En la salida, yo “no corro, no grito y no empujo” sino todo lo contrario. Necesito un nuevo plan para desastres naturales de estricto horario. Tampoco es que viva un derrumbe ni que de una vez por todas por fin te arrumbe. Eres eso que el viento no se llevó, una depresión tropical, la destrucción que no quiere tener final.

Mientras tanto que escribo historias para mis memorias sigo preguntándome ¿Cómo solucionar problemas del corazón en condiciones atmosféricas adversas? ¿Por qué todo ha de ser color de rosa? Con canciones vivo contestándome “Y si fuesen mis canciones hechas para recordarte los momentos que tú fuiste mío… Y si fuese una emoción, toda esa bendecida pasión que por un instante me ha llevado lejos”. Pausini… sólo cántame.

Esta historia ya es reporte, ya no es literatura, es una simple ruptura. Son mis recomendaciones de psicólogo que nunca seguiré. Informe de problemas de ajuste que me imprimiré. Son estos el cúmulo de mensajes con copia oculta que nunca de los nuncas te enviaré. Lección de mi ex que nunca olvidaré.

Al final lo que me restan son los pixeles, puntitos de realidad siempre fieles, que me hacen sentir, que me hacen soñar, que me llegan a pulverizar… son mis setenta cuentas en redes para nunca socializar y evitar amar. Son mis conexiones con los followers hechas para no tener emociones ¿Hace cuánto que no me dedico un tuit con mis propias menciones?

Este texto no es más que un registro conductual, parafraseos de mi tiempo actual. Huyo de mí como tú huyes de mí. Pero tú olvidas cerrar sesión, yo olvido que ya no debería ponerte la misma atención.

Sin querer te abrí mi verdadera cuenta personal, pero hay una noticia fatal, en esa suerte de MySpace no quieres escribir una nota inaugural.

Tal vez escriba una nueva bio y a tu salud me beba todo un río. Quizá tampoco tome las riendas, a lo mejor y es la ocasión en que la vida me dice “para que aprendas”.

Pasa que a veces no pasa nada y lo que pasa tampoco es que me pase. Pasa que nada apasiona más que el propio psicodrama. Pasa todo en círculos sin deja vus, siempre pierdo la sorpresa y nadie se vuelve Primera Dama. Es la indiferencia como estilo de vida rumiante, esa pendejada de querer amarte.

He perdido el sentido del mensaje, se nos extravió el significado del faje. Ahora tan sólo nos hablamos y creemos respetarnos, ahora tan sólo no amamos y creemos respetarnos. Creencias irracionales las fantasías carnales.

Y quería por siempre abrazarte, y por siempre acompañarte, que valiéramos la pena. Y querías por siempre ser amigable, y por siempre conmigo ser amable, que valiera la pena evitáramos la pena. Pero yo quería esperarte, yo quería de nuevo tocarte, y quería besarte, al concierto de Britney Spears llevarte y quería no eliminarte.

Y dispuesto estaba a Cuarto ya no verlo, ni abrazarlo, ni besarlo, pero los tiempos corren y a Tercero tampoco querías dejarlo.

Tercero y Cuarto, las razones por las que parto. Tercero y Cuarto el final de nuestro relato. Tercero y Cuarto de quienes ya estoy harto.

Comienzo a creer que sólo no somos lo que siempre soñamos ser. Ayúdame a crecer, a dejar de parecer y tan sólo perecer. Dame razones para ya no creer, para terminar de entender, para la imaginación no extender, para las ilusiones dejar caer, para comprender que a tu vida no he de pertenecer.

Esto ya es peligroso, en el recuerdo ya no hay retozo… y en sus brazos… tampoco hay gozo. Cuarto ya visitó mi cuarto y de ti me escuchó hablar un rato. Hablándole de ti te resto significancia y de paso se me calma el ansia, que nombrarte es la única forma en que vuelva a tenerte en labio y encía.

El fuego me abrasa cuando seguro a él abrazas y cuando me tranquilizo a Cuarto doy las gracias.

Y le digo que lo extraño para ser contigo huraño; Y le digo que lo quiero para no admitir mi desespero. Entonces me pregunto si lo engaño, si se me pasara lo que por ti siento en un año.

Sonrisas miserables ya te doy todos los días cuando no quiero ni los buenos días. Tampoco soy tan anormal y tampoco eres la encarnación del amor fatal. Tampoco soy tan débil, tampoco eres tan frágil, tampoco soy tan desgraciado, tampoco eres tan desconsiderado ¿Tú y yo que somos?

La nada.

Sólo eres como mi titiritero y no me haces tan diferente a los tristuiteros. Tampoco es tan diferente el desplazamiento del deseo por el otro, tampoco es que no nos hagamos lo mismo. A lo mejor y no es tanto lo que desespero y al final tan solo sea un remedio casero.

Remedio que pasa del "caldo de pollo para las almas idiotas". Remedios que pasan de la olla exprés porque por naturaleza se desbordan y a las desgracias me arrojan.

Tampoco soy bueno con la cocina. Se me quema el agua y los platillos para dos. Me perdonan pero el mundo no se come a mordidas, no si no hay primero abrazos de cucharita. Abrazos de cucharita al mundo entero. Paliativos que te hagan y me hagan sentir bien. Dos para llevar y uno para ir comiendo.

Pero todo lo que como engorda y si a algo le tengo miedo es a engordar ¿así cómo? No tengo remedio, tan sólo de mi sin ti tengo miedo.

Ya no sé si darte las gracias, a ti, mi actual desgracia.