jueves, 10 de noviembre de 2011

Cuerpos que no comen: La Belleza como Malestar de la Cultura


“La belleza no tiene utilidad evidente ni es manifiesta su necesidad cultural…

y sin embargo, la cultura no podría prescindir de ella”.

S. Freud

Juventud, venga a nosotros tu reino y no nos abandones jamás, pues el día que nos faltase tu gracia, la terrible oscuridad de fin invisible cercados nos tendrá.

Maldición de fatua piel arrugada. Confinados seremos a tu desdén y a la locura de tus rumiantes viejas glorias.

Ten piedad de nosotros juventud, tengan piedad de nosotros, tiempo y gravedad. Tengan piedad, te rogamos inmaculada Señora de la Juventud, que en la belleza seremos uno sólo. Por fin seremos de oceánica armonía.

Danos siempre besos de amor y belleza, Venus, pues de belleza es la aspiración humana y de admiración es la colectiva necesidad. Confundamos aplausos, desempolvemos las brochas, juntos engañemos a la soledad.

- “Foto, foto” – Las personas se forman, amplían la sonrisa, disminuyen el abdomen. Así se preparan para la inmortalidad.

Dicen que una imagen dice más que mil palabras y que a las palabras se las lleva el viento. Pero allí, entre memoria visual, bastones y conos se acomodan los pixeles de la realidad en sus formas perfectas, esas únicas e irrepetibles que dan origen a la curva adecuada y forman el perímetro para que, en fascinante suma de sinapsis, la imagen quede registrada. La conexión primaria es única pues “como te ven te tratan” y súbditos somos de la primera impresión.

- Sonrían – El flash deslumbra, estrella eres y en estrellado te convertirás.

- ¡Las curvas de esa chica! ¡¿Quién habrá inventado esa preocupación que tanto nos excita?!

El ansia de tener juventud es ansia por la novedad y por poseer el “irresistible” olor a nuevo. Olor mezclado con el cándido mirar que nos hará presuponer la inocencia y permitirá incrementar(nos) el valor del cuerpo.

Así, lo más preciado que posee un cuerpo poco se parece a un corazón puro, se asemeja más al contenido del espejo como objeto. Juventud e inocencia presumen venir de la mano. Mano que al amor del otro suda y nunca pervierte, mano firme, mano santa de mañanas dominicales y mano negra por las noches, mano amiga de todas las madrugadas.

Imagen de niña fijada por la iconografía como belleza ideal, condena de la mujer madura a la invisibilidad (Mernissi, 2001 citada por Varela, 2005).

En la “inocencia” los cuerpos encuentran su social y femenino valor. Un cuerpo casto es un cuerpo de Dios. Valoramos las formas y su potencia, valorar lo que se tiene es bueno, pero pareciera que su presunción e intercambio creen también serlo.

Se intercambian los cuerpos para obtener poder y experiencia dentro de las culturas. Nunca la mujer ha sido tanto objeto como lo es a día de hoy (Etxebarria & Nuñez, 2002). Las virginidades se pactan, se compran; hay virginidades que se venden.

Un cuerpo experimentado es un cuerpo adulto y en él, entre lunares y cicatrices, ya están trazadas las rutas de las andanzas diarias. Entre más experiencia menor inocencia.

- “A veces los sueños se pueden volver pesadillas y lo que menos quiere un niño es convertirse en adulto”.

Deseamos los cuerpos jóvenes de las amazonas tan llenos de vigor, piel tersa y deseo; se desdeña a la vieja llena de cansancio, arrugas y mal humor ¿A quién le importa su experiencia ancestral cuando sobre la tabula rasa en flor yace el valor de una amazona? ¿Quién quiere leer entre arrugas cuando se puede escribir un orgasmo en el cuerpo por vez primera?

El mensaje es claro: Se rechaza la vejez porque la vejez es rechazo. Huele a muerte de lo social, del cuerpo como valor de uso y valor de cambio. Nadie ha de rechazar a la mujer hermosa y generosa.

Las tres fuentes del humano sufrimiento: La supremacía de la Naturaleza, la caducidad de nuestro propio cuerpo y la insuficiencia de nuestros métodos para regular las relaciones humanas (Freud, 2007).

El arma utilizada contra las mujeres es el tiempo (Mernissi, 2001).

Terror a la vuelta del calendario. Tiempo venga a nosotros tu compasión y reloj no marques las horas porque hemos de enloquecer. “Guardián del tiempo, rompe el viento y cierra de una vez aquella misteriosa puerta del tiempo”. Padre guardián Cronos, otórganos las horas y minutos para tonificar, ejercitar y adelgazar. Mujer del infomercial compártenos tu secreto de las encantadas clínicas de belleza. Como adictos a la imagen nos encomendaremos a la gracia de la perfección.

Sentimiento oceánico falso, lo que nos une es el dolor.

Bendecidos sean los remedios y rituales para rendir culto al cuerpo, que el cuerpo es templo de nuestra búsqueda de completar la autoimagen de piezas chuecas y deformadas.

Los cosméticos sólo son un problema cuando las mujeres se sienten invisibles o inútiles sin ellos (Wolf, 1991).

Belleza, valor universal y a la vez de nadie. Cánones de occidente, oriente, norte y sur. En todos sentidos y a la vez sin sentido. La ciencia de la estética investiga las condiciones en las cuales las cosas se perciben como bellas, pero no ha logrado explicar la esencia y origen de la belleza (Freud, 2007).

La búsqueda de autoimagen se nos desborda y bienvenida sea la frivolidad. El mito de la belleza prescribe una conducta y no una apariencia. Así, la belleza toma su social función (¿Alguna vez tuvo otra?) y tener belleza se convierte en tener estatus.

En el ámbito de la economía, el siglo XX creó otra enorme bolsa de consumo. Nos es impuesto por la sociología popular, las revistas y la ficción con el fin de disimular el hecho de que la mujer en su papel de consumidora ha sido esencial en el desarrollo de nuestra economía industrial… Si una conducta es esencial por razones económicas, se la transforma en una virtud social (Galbraith citando en Wolf, 1991).

La belleza es valor axiológico. La belleza es valor monetario. La estética no sabe responder con certeza qué es la belleza y nos deja sólo la siguiente certeza:

Si se es bello entonces se es bueno, si se es bueno se es admirado, si se es admirado se es aceptado; la belleza es aceptación. Si la belleza nos recubre, desaparece entonces la fealdad interna. La belleza funge como máscara, como máscara y defensa, es herramienta de cuerpo y mente.

- “A veces los sueños se pueden volver pesadillas y lo que menos quiere un niño es convertirse en alguien odiado”.

Entre las máscaras vive el qué dirán, entre las caras vive el ni qué más decir. Tras una cara bonita viene la idolatría y la gracia. Las coquetas maneras se sientan a comer cuando los cuerpos juegan sobre las camas. Deséenme en la belleza, deséenme que los desee.

El ser humano se atormenta por tener deseo, por las ideas paganas y de lujurias que se revuelcan entre sus lóbulos cerebrales; se le retuercen de escozor entre la memoria de los latigazos de la inquisición; entre la deuda eterna por el sacrificio del mesías por los pecados que aún no cometía.

La belleza es el goce por el otro.

El ser humano carga su cruz, la belleza es la cruz del mundo pero es una egoísta enmascarada, lo que más desea es ser admirado y reconocido. Fondos y símbolos que sólo el más cínico ha de aceptar. En una sociedad donde lo único que se posee cuando la pobreza ataca, es el cuerpo, este ha de ser instrumento único de las glorias permitidas.

“Recuerda que tu cuerpo y tú son lo mismo”. El cuerpo es la herramienta de trabajo, de industria capitalista o industria del sexo, como sea, cuanto más produzca tu cuerpo, más productivo eres tú. Mantenlo sano, come frutas y verduras, toma dos litros de agua al día y fumar es causa de cáncer. Que nadie sepa que te destruyes con tu agitado estilo de vida.

- ¡Sombra aquí, sombra allá! ¡Maquíllate! ¡Maquíllate! Un espejo de cristal y mírate y mírate.

Pero no me mires, que no me he puesto el maquillaje, no me mires que desnudos están mis defectos y podrías despreciarme. Defectuosos somos, la frivolidad lo ha dicho, lo ha vomitado sobre las ciudades, lo hemos visto en nuestros espejos.

El cuerpo y otras cosas que no se aman, relatos del agua Bonafont que por la tubería el dolor se lleva. Expulsión desde las entrañas de la vida que no nutre, de las calorías que sólo se multiplican, grasas que aterrorizan, boca que se cierra, alimento que no se mastica, trastorno alimenticio que aprovecha, yace y se anida.

Idea incómoda que hará desbordar la báscula; falta de equilibrio pues la felicidad sigue afuera y la angustia dentro. Es eso lo que pesa, pesa el miedo del cuerpo, y el pesar es por cuántos kilos se ha de pesar.

Vorágine delirante la alteración del pensamiento. El peso ideal es la vida ideal. Pero en el mundo de apariencias tras bambalinas yace la terrible oscuridad. ¡Rompa el espejo, rómpalo! Pero ¿Cómo romper la imagen si la imagen es lo único que sustenta?

Perversa relación entre belleza, autoestima y codicia capitalista en lo que se refiere a las mujeres.

Aunque se rompa el espejo, centro de odios y sufrimientos, nada marchará a la perfección. Tras las pupilas todo lo que se ve se hará en blanco y negro. Polaridad que no es otra cosa que la estrecha visión del mundo impuesta. Fealdad o belleza, felicidad o sufrimiento. Son las premisas dadas, el imperativo del dogma. Es la ley natural del paso del tiempo que no se olvida.

Fácil no es aceptar que uno puede convertirse en aquello que tanto detesta. Convertirnos en personas feas, en personas obesas, en personas viejas, en personas amargadas, en personas extremas.

Dicen que el tiempo cura todo y que el tiempo no perdona ¿Por qué ha de perdonarnos la vejez y pérdida de belleza? La inyección de botox no es en sí misma una inyección de vida; Paraliza los músculos pero no las manecillas.

Cuerpos que no comen

Bocas que se cosen con hilo, hilo de voluntad, belleza y estereotipo. Obtener las formas perfectas es obsesiva compulsión. Aguja del temor de ser visto en el estado actual, así… tan despreciable ante los propios ojos. Nudo de la garganta que quiere gritar. Ojal que es vacío interno. Se debe zurcir lo que cuelga, cortar con tijeras las orejas para no escuchar quien comenta el malestar evidente. Dobladillos de identidad, sanidad por fuera y sufrimiento por dentro. Costuras de comportamiento social, Si has de comer hazlo cuando los demás te vean, así no pensarán que no comes. Vestidos de tallas menores, tallas que no aprieten, que no desborden que vivir así no se quiere.

Platillos para dos. Caldos de pollo para el alma bajos en calorías.

En el trastorno el mundo se come a mordidas de La Nada pero la nada es inalcanzable. El cuerpo por naturaleza no sólo caduca, también es voraz. Insaciable, nunca obtiene satisfacción. Hay que alimentarlo en contra de la propia voluntad.

Las madres alimentan y al hacerlo dan amor. Las cazuelas son una extensión de su feminidad domesticada. Pero la niña no quiere comer, y puede que lo ingiera todo para ganar el afecto y la aprobación, o podrá comerlo a medias, o quizá tampoco abra la boca, porque lo que desea no lo puede dar la madre, porque el deseo es algo externo a la demanda, como algo más importante que la necesidad alimenticia, se sostienen así el deseo de Otra cosa. Deseo vivo, deseo externo. Las personas que no comen tan sólo desean desearse.

En la Anorexia la persona hace lo contrario a lo impuesto, a esa demanda incondicional o bien como dice Lacan come nada.

La relación establecida con la palabra Nada es muy particular “Hay que decir que todo es perfecto, o mejor no decir nunca nada porque nunca llegarás a nada, no pienses en nada pues solo se siente un enorme vacío, nada”.

A la nada que se siente, el ser anoréxica brinda un ser, qué más le da que sea un ser casi agonizante.

El malestar excede en la cultura, el malestar se instala sobre el cuerpo. Cuerpos como cartografías del hambre, cartografías del querer ser, del querer pertenecer. Princesas Ana de la insatisfacción, reinos de castillos en el aire que caerán muertos de bajo peso. Analogías que nos dejan la fantasía y en la fantasía la irracionalidad. Princesas Ana de dragones internos, trampas de espejos. Hadas que podrán conceder todo, la belleza, las gracias y las artes, pero que son conscientes de que nunca, aunque la petición sea explicita, nunca satisfarán el deseo. Es la maldición de las brujas, de la fealdad, de la obesidad. Es la envidia que las Princesas Ana perciben. Es su fortaleza de la voluntad el no comer, es la fragilidad del otro sucumbir al hambre. En cuanto mayor gobierno de sí tenga, más Princesa, más perfecta y más inocua.

El mal está afuera. Para la persona con anorexia, el malestar no es la belleza, es tan sólo la búsqueda.

Bibliografía

Etxebarria, L., & Nuñez, P. S. (2002). En brazos de la mujer fetiche,. Barcelona: Destino.

Freud, S. (2007). El malestar en la cultura. México: Colofón S.A. .

Mernissi, F. (2001). El harén en occidente. Madrid: Espasa.

Wolf, N. (1991). El mito de la belleza. Barcelona: EMECE.