miércoles, 28 de marzo de 2012

¡Guerrera Cobarde!

Mar revuelto de olas gigantes, brasas que abrazan, muros que se caen, tierra lodosa en pies descalzos, obstáculos mil, carreras que no se empiezan, barreras de existencia, palabras de doble sentido, actos de única interpretación… Somos lo que hay y lo que hay no se ve, sólo lo imaginé o quizás no, quizás me confundí. Es traslúcido, es tácito y a la vez explícito, es exquisito, la verdad es que el malestar es maldito.

Entre la autodestrucción, autómatas mis pies avanzan. El autor sobrevive por instinto, y a veces, cuando amanece distinto, cree encontrarle el gusto. Sal, granitos que condimentan la comida y elevan la presión. Placeres que matan. Es estar por estar en los restos de la vida que se quiso vivir y que al final, sabiendo el derroche de la vida futura, se rechaza.

En la obnubilación, en el estupor, en el destello de las imágenes oníricas, allí estaba el origen.

Siete años tenía cuando vi Sailor Moon por primera vez. Lo recuerdo perfectamente…

Sábado del 97, mañana nublada y terrible. La Maligna proveniente del reino del Negaverso ataca a la guerrera de cabellos dorados frente a mis ojos. Mi madre aún duerme, tan sólo me acompaña la televisión, una cobija café, sábanas azules y rollos de papel higiénico pues me encuentro resfriado desde la noche anterior. No sé dónde está mi padre, transcurre el periodo de años en los que no sé bien por qué vive en mi casa.

Seguí mirando la caja idiota, tratando de comprender la trama inverosímil de las luchas en tacones y los cabellos de colores de las guerreras. Sentí agitarse mi respiración, mi ingenuidad quedó boquiabierta, observé sin parpadeos, paralizado sin perder detalle me envolví entre los colores de las transformaciones y los ataques. Listones que salieron del pecho de Sailor Moon y que me amarraron de una vez y para siempre. Puedo recordarlo todo, mi vida estaba cambiando aunque entonces no lo sabía, no imaginaba que en ese momento el rumbo que habría de tener mi vida actual comenzaba.

Por eso es que escribo, porque sigo atado.

Esa mañana escuché que era posible luchar por el amor y la justicia, y a decir verdad, fue la primera vez que pude alcanzar a comprender, aunque fuese poquito, lo que era el amor.

Pensamiento operacional concreto. Supe que el amor es un sentimiento de dos personas y no más: Un Darien y una Serena; y que una vez que lo encuentras, nunca debes dejarlo ir. Un amor tiene que ser milenario, eterno, lleno de dramas, pues estará repleto de entes malvados que querrán quedarse con tu pareja y por eso debes de protegerlo, rescatarlo y enseñarle quién manda. El que ama, deberá sacrificarse. El amor se consuma, trae hijos, frutos del amor y las cosas bien hechas, que han de seguir el legado, el destino, la misión. El matrimonio es la meta, destino que podrás postergar hasta el siglo XXX pero que algún día tendrás que realizar.

Supe que a las amigas se les cuida, se les respeta, se les acompaña y siempre, siempre, estarán a tu lado. El amor es belleza y es un sueño hermoso, el amor lo puede todo, quien vive sin amor es presa de pensamientos malignos.

Ahora sé que se me dibujó la vida esa mañana del 97, que colores epilépticos siguieron en mi mente durante años y "un caleidoscopio es mi corazón" en la actualidad. Lejos de crecer con arquetipos de Princesas Disney, yo crecí con Serena Tsukino y su atormentado amor por Darien.

Pensamiento operacional formal. Desafortunado es que en la realidad no tenga un poderoso cristal de plata y mi apariencia en mini falda no sea tan buena como la de ellas.

Insisto en que lo verdaderamente malo es que a veces sí que pienso en que me hace falta un Cristal de Plata, un artefacto que me purifique la razón, que me limpie la conciencia, pero sobre todo, que me sostenga la inconsciencia, desaloje la inconstancia y estas dudas de no saber qué hacer con tanta ambivalencia.

¿Ambivalencia? ¿Alguien dijo "ambivalencia"? Sí, tú, o sea yo, ambos, sí, nosotros, es decir, lo egodistónico y lo egosintónico de la conciencia de enfermedad. Son los gatos que me hablan en la mente, la pequeña Luna que me indica que actúo lo incorrecto, que las cosas que hago no forman parte de la misión, que con cada acto me equivoco cada vez más lo que es luchar por el amor y la justicia.

Distorsiones de realidad. Mala guerrera, guerrera cobarde, guerrera insolente, Sailor Tin Nyanko de dos trajes. Cisne blanco, amado Cisne Negro.

¿Ambivalencia? Sí, claro, porque señoras y señores, esto es el show del Caos, es la historia de mi vida. Show de varietés es ser una Sailor Galaxia de tiempo completo, es tener el caos en los lóbulos prefrontales, en los ojos, en los labios, en las manos, en el deseo del otro, en la imaginación perversa, en las ganas de crecer, en la envidia inaceptable, en la agresión punzante, en la confusión notable, en la vida amenazante, en la paz fundante, en la razón delirante.

Es ser buena, es querer ser aún más buena. Es ser mala, es querer ser aún más mala. "Mala ¡Pero qué bonita chingao!" Nada es suficiente, mucho menos ser nada. Es querer ser legendaria, es vivir apartada, es ser reconocida y desear provocar a la gente desconocida. Nada suficiente, nada es eficiente.

Es la perfección mi búsqueda de semillas, de guerreros planetarios, interesantes guardianes, pequeños Darien para llevar y otros para ir comiendo. Es la perfección la verdadera pesadilla.

Todo tiende al Caos y para controlarlo se le debe encerrar en uno mismo, así funciona Sailor Galaxia y así estoy funcionando yo: generando caos cuando se pretende generar bondad.

Tender al caos hasta que se llegue el equilibrio, pero el equilibrio, meta sobrevalorada, es la muerte misma del sistema.

Legendaria es la Guerra de las Sailor, legendarios son mis diez años de psicoterapia, veintiún años de querer ser la persona más fuerte, la más poderosa, la más inigualable, inalcanzable, temible, admirable, amable, respetable, y ser la más influenciable, utilizable, irritante, demandante, desquiciante, inteligente, depresiva, implosiva, pasiva, activa, directiva y jamás constante.

Nada es suficiente porque "a veces los sueños se pueden volver pesadillas y lo que menos quiere un niño es convertirse en adulto" ¿Lo que menos quiere? ¿O lo que menos quiero yo? "A veces la psicología se puede volver pesadilla y lo que menos quiero es convertirme en adulto".

Me encuentro en mi recta final, un semestre y termino la licenciatura en Psicología. Pero no siento alegría. El mundo se me está desmoronando. No sé qué hacer después, no sé qué hacer con mi vida.

¡Qué vergüenza si el gran Ojo de Pez se asomara a mi Espejo de los Sueños y encontrara un archivo en blanco!

No sé si se me acabó el sueño, si se fue el encanto, si se me ha escapado el Pegaso o si tan sólo se empañó mi espejo. Me apena decirlo, me apena escribirlo, y odiaría tuitearlo, pero "Por favor Pegaso, protege mis sueños" porque siento que yo ya no puedo cuidarlos.

Me siento sin ánimos, sin deseos de luchar, sin princesas del planeta de fuego por rescatar, sólo siento como Sailor Uranus: "No tenemos alas para volar por los hermosos cielos, sólo nos quedan estas manos manchadas de sangre".

Manos manchadas de sangre porque la culpa me carcome, porque el amor que practico no es el de Serena y Darien, porque se me truenan los esquemas, se borran los dibujos, se me ensucian las hojas donde se ilustra la vida, se me confunden los colores, donde ya no distingos formas, donde todo se borra y deja marca, donde nada se borra y me marca.

Manos manchadas de sangre y otros fluidos, manos traidoras y de actividad asesina, autolesiva, suicidas, arriesgadas, manos de Sailor Guerrera hasta el infinito, de tiempos muertos, de maremotos de neptunos y temblores de tierra, de cortes de espada y reflejos que asquean.

Ante el espejo soy como Neherenia pues observo lo feo, lo terrible, lo desastroso, y noto el paso del tiempo y las arrugas de las penas, las marcas de las tristezas, el sobrepeso de las depresiones, las ojeras de indecisión, los labios partidos de mal uso, los ojos hinchados de ansiedad, la mirada de tristeza, observo a esa Zirconia que suelo ser cuando más me odio y me odio cuando miento.

Pero nada que un buen vestido no pueda arreglar. Neherenia fuerte, Neherenia de hierro, Neherenia de porte y elegancia. Descubro que me importa más mi apariencia en día de práctica clínica que mi trabajo de consultorio. Vivo de imagen y reconocimiento, muero de autoestima y encierro personal, de gatas Lunas que me dicen que lo que hago está mal, de Zircónes que me observan a todos lados y que son los ojos de él, del supuesto Darien con el que debería sentirme Serena, y los ojos del otro, del Seiya al que debería rechazar como hace Serena.

Pero no soy Serena Tsukino, o tal vez sí, porque también llego de la escuela, siempre como dulces, me da un poco de sueño y me duermo sin importarme lo demás, y es que no puedo vivir solo, no puedo.

Y también recuerdo a Darien al ver esa rosa roja. Recuerdos, visiones, rosas, fotos, cuadros, conversaciones, mensajes, fantasmas aterradores que me persiguen y no me dejan en paz. El Negaverso está en la Tierra, en la calle, en la casa, en la escuela, en el metro, en los lugares oscuros. El Negaverso es el infierno, el infierno es uno mismo. La mente, la prisión, es saber que la luz de la esperanza ha escapado de mí porque no confía en mí mismo.

Cuando se tiene al Caos dentro y consumiéndote por completo, la tarea 24/7 es luchar con espada afilada, tener siempre deseos de pelear porque no se quiere escuchar que los demás si aman y están conformes con su mundo. Yo no lo estoy ni Sailor Galaxia tampoco.

Lo sabemos porque somos tan parecidos, los demás - aunque sean más felices que nosotros, que yo - siguen siendo "guerreros cobardes que no tienen deseos de pelear", pero son ellos los que no se dan por vencidos. Son ellos, los que sí tienen sueños hermosos, los que "tenía que cuidar" porque "yo era el que protege a las personas, era Eternal" y al final resultó que pueden defenderse solos.

No quiero pasar mi vida pensando en soluciones a los problemas de los demás y recibir las gracias.

Pero mientras miras la vida pasar te quedas con el Caos, te quedas con él porque nadie te pidió que lo encerraras, porque así lo elegiste Sailor Galaxia, así lo elegí yo.

Por eso quiero un Cristal de Plata que me purifique de nuevo, una mano de Sailor Moon de la cual asirme y poder ver una luz de la esperanza porque ya no la tengo, porque después de diez años tengo que cambiar de psicoterapeuta.

Luchar por el amor y la justicia no puede hacerse como se hace en un anime. Me cuesta trabajo entender que no tengo que salvar a todos y que - como me dijo mi mejor amiga alguna vez - creo que tengo el poder de cambiar a las personas, pero no es así.

Ser Psicólogo Clínico era mi forma de ser Sailor Moon y mi Cristal de Plata era un libro de cómo intervenir con los pacientes.

¿Pero cómo ser Sailor Moon cuando no se puede dejar de ser Galaxia?

¿Cuándo fue que El Gran Sabio me alteró las cogniciones? Ahora sólo veo caos, desamor, insatisfacción, celos, malignas. Escucho risas de Esmeralda que se ríen de mi, de mi desgracia, de mi no saber amar, cómo si a ella el ser dragón le haya dado la oportunidad de reírse de los que nada podemos.

La Mujer Caracol sufrirá un accidente en su camioneta, yo ya los tengo, se llaman lapsus, como ese cuando hace dos días me quemé de tal forma con la plancha que me dejé una cicatriz en el brazo. Lanzallamas de la Mujer Caracol. La camioneta son mis formas de perder el tiempo, la falta de frenos es la falta de límites. La Mujer Caracol muere en un accidente en su camioneta.

Creo haber encontrado un Talismán en él, un talismán porque él tiene un Corazón Puro, pero no lo quiero. Arrójate Sailor Moon, toma la Copa Lunar porque esta Eudial toma su lanzallamas y se aleja caminando, deja de lado la camioneta.

Y Mimet se come las uñas y se arranca los cabellos, muere de sorpresa y se deshace de incredulidad. Las 5 brujas se rompen, una de ellas no vuela, una de ellas es científica. Una de ellas es útil, una de ellas sabe lo que quiere y lo que busca. Es mi Eudial ideal, es mi fantasía de curación.

No quiero una vida de rectitud y visitas a familiares, ocasiones que me obliguen a aparentar que soy una persona decente y de buenos sentimientos que sabe valorar a los demás, alguien lleno de templanza que cree firmemente que también tiene un corazón puro. Me niego a vivir una vida creyendo que soy como Haruka y Michiru, me niego a pensar que en el otro tengo que complementarme como guerrero. Odio la idea de pensar que por estar con una persona debo sentirme con el apoyo suficiente de poder enfrentarme al mundo de forma eficiente.

No quiero estar con alguien que me exija ser fuerte, ni con alguien que me comprenda todo el tiempo. No quiero una pareja perfecta robótica que nunca se molesta, no quiero sentir que se me exige la reciprocidad cuando no la siento, no quiero a alguien cuya homeostasis me obligue a ser equilibrado, de esos que "no es que te diga que hagas esto, pero yo pienso que tú como psicólogo deberías…".

Y es que Serena nunca perdió la espontaneidad, lucho con alas todo el tiempo, con alas y espada, tuvo una misión y supo ser fuerte cuando tuvo que serlo para poder dormir cuando sintiera sueño y comer dulces cuando quisiera hacerlo, a escondidas de la gata que habla y dicta, sabiéndola convencer a veces cuando castrante la descubrió. Serena nunca muere, Serena sabe sobrevivir y no por instinto, sino por gusto, porque Serena ama, ríe y aunque suele ser torpe e inexperta, sigue estudiando, porque con todo y defectos la gente cree en ella, porque con todo y defectos la gente sabe que en ella se puede encontrar respuesta.

Es por esto que quiero a alguien a quien si le digo que "me voy a morir un día de estos" sepa de cierto que no es así por el simple hecho de que no soy una maldita extensión de su ex pareja que ya no está en este mundo. Yo no soy él. Nunca voy a serlo, no quiero serlo ¿Difícil es entenderlo? ¿Difícil es creer en mi fortaleza? ¿Tan débil parezco que se atreve a pensar que por estar en un momento complicado en mi vida he de morirme a pesar de haber demostrado que soy como la maldita legendaria Sailor Scout, la gran Sailor Galaxia? Soy la resiliencia misma.

Nunca he dicho que soy rápido, nunca he dicho que no necesito ayuda. La necesito y mis resistencias me hacen andar lento, porque las resistencias también protegen de la infancia que asusta y de recordar el episodio que no quiero recordar y que no escribiré aquí.

Quizá me estoy aferrando a ser Black Lady, a mantener la vida erótica sintomática de Edipo confuso y distorsiones cognitivas que tanto poder me hace sentir a veces. Ser Black Lady, la versión admirable y excitante de una niña asustada y sin amigos. Por eso te odio Rini Tsukino, me recuerdas a mí.

El Gran Sabio le dio a Rini un sentido de vida distinto, irrumpió su cerebro de ocho años y la convirtió en mujer de fatal poder, mujer de imagen, de talla, todo lo que su madre no se atrevería a hacer.

Sailor Chibi Moon es la extensión narcisista de Sailor Moon, Black Lady convierte a La Reina Serena en humana y le demuestra que no es perfecta como madre. Black Lady es rebelión pura, es todo lo erótica que Serena nunca será.

Lo malo es que El Gran Sabio fue malvado con ella, todo lo poderoso de su cuerpo e incluso las distorsiones corporales que tuvo, estaban basados en la idea de que lo ocurrido era su culpa. El Gran Sabio la hizo sentir así, el Gran Sabio la hizo así.

En sí, tanto poder e histrionismo de Black Lady no le eran propios, eran sintomáticos. Creer que ella se encontraba cómoda con ese cuerpo y sexualidad es una falacia.

Ella regresa a la normalidad, a ser Rini Tsukino porque el amor y apoyo de sus seres queridos se hace presente. Pero conmigo no es tan fácil. No soy Rini, no puedo serlo.

Rini supo lo que era la seducción adulta y el ser tratada como tal. Al romperse el hechizo del Gran Sabio Rini olvida lo ocurrido, pero ya hablaba Freud de las huellas mnémicas.

Aunque pase el tiempo y nadie más hable de ello, Rini está marcada desde la seducción adulta también. Por eso cuando conoce al Pegaso ella se enamora de él, porque es una versión alada de su padre, tiene la misma expresión, misma pasividad, mismo sacrificio, mismo juego erótico.

Lo desea y se enamora, en verdad quiere estar con él, pero La Pequeña Dama es ya La Pequeña Histérica. Y pasa de Helios, pasa de Péruru y pasará de todo aquél buen hombre que le ofrezca amor, porque aún no soluciona su experiencia con el Gran Sabio, porque no ha derribado a su madre perfecta y a su padre inerte. Encontrará equilibrio en Hotaru, la Sailor de la Destrucción y el Renacimiento, en su cuerpo y mente enferma, porque es así como conoció la sexualidad, desde la enfermedad, desde lo prohibido, desde lo retorcido. Y la mantendrá oculta, y la defenderá al ser descubierta, y luchará por ella porque siempre piensa que debe protegerla porque nada está dicho con Sailor Saturn.

Pero Saturn frustra porque siempre deja con ganas de saber más de su vida oculta y verla en acción. Así es la gente de la que me enamoro, grandes potenciales a veces todos imaginarios. Capaces de destruir, destruirme y hacer renacer, son campos de energía desgastada, tumbas de silencio, malditos enviados del mal.

Si aun no comprendo qué es eso de luchar por el amor y la justicia 14 años después no ha sido por falta de análisis, ha sido porque es difícil decirle que no al Caos, a la Destrucción y al Renacimiento. El primero hace que despierten la segunda y el tercero.

No sé cómo terminar este texto, no cómo terminar yo, quizá es de nuevo el momento de evitar un Grito Mortal o quizá por fin soltarlo, que retumbe y despierte todo lo dormido en mí, el potencial, despertar a una nueva Sailor Saturn que sea de Renacimiento y no de Destrucción. Redefinir el ser guerrera, desmitificar a Serena y Darien, soltar la culpa de Serena por Seiya y prescindir del Cristal de Plata, inventar uno nuevo, crear mi propia Copa Lunar y aprender a luchar al lado y no en contra de Sailor Saturn.

«¿Cómo pretendes ganarme si no tienes deseos de pelear? Además eres una guerrera cobarde y tus amigas han desaparecido de este mundo»

«Ellas no han desaparecido, las Sailor Star Light me lo dijeron. Si en determinado caso ellas me abandonan es porque me he dado por vencida. Por eso no me rendiré ¡JAMÁS LO HARÉ!»

Al final, tú eres la Luz de la Esperanza, Sailor Galaxia y tú el Enviado del Bien, Sailor Moon. Sólo, necesitamos darnos de nuevo la mano.